Probablemente, no seas consciente…
…del daño que está haciendo a tu cuerpo esa cómoda silla de oficina… hasta que un día ves lo que te cuesta levantarte si te has sentado en el suelo.
…del flaco favor que le hacen esas cómodas y amortiguadas zapatillas a tus pies… hasta el día que tienes que caminar o estar de pie algo más de lo habitual.
…de lo caro que saldrá ahorrarte subir esas escaleras usando el ascensor… hasta que un día se estropee y no tengas más remedio que subir andando.
…de lo que pierdes cuando acostumbras a tu cuerpo a la comodidad de una temperatura confortable todo el año… hasta que llega ese día extremadamente frio o caluroso y no sabes dónde meterte.
Probablemente, no seas consciente, o simplemente no te has parado a pensar detenidamente que no estamos hechos para la comodidad… sencillamente, nos deteriora.
Como especie, el ser humano ha tenido que adaptarse a condiciones de vida muy distintas a las que ahora tenemos, nuestro cuerpo está diseñado para un entorno radicalmente opuesto al actual, hostil y cambiante… y eso precisamente nos hizo evolucionar y brindarnos una gran capacidad de adaptación. Por mucho que nos cueste aceptarlo, no estamos mejor tumbados en un sofá que andando por el campo.
No respetar nuestra herencia evolutiva nos acarrea serios problemas de salud a todos los niveles. Obesidad, estrés crónico, enfermedades auto inmunes son solo algunos ejemplos de los “regalos” que nos deja nuestro estilo de vida en lo que a nutrición se refiere, por no hablar de la multitud de dolencias y limitaciones de movilidad que gran parte de la población padece por abusar de la “comodidad” de llevar una vida sedentaria.
Beneficios de la incomodidad
Estar de pie es incómodo… claro, te obliga a cambiar de postura cada poco tiempo. Siéntate en el suelo y obtendrás las mismas conclusiones… seguro que no puedes decir lo mismo de ese fantástico sofá en el que puedes pasar horas y horas tumbado sin inmutarte, el sofá no es malo en sí mismo, lo que es terrible es pasar todas esas horas en una misma posición.
En la naturaleza, lo que no usas, lo pierdes. Dejas de flexionar tu cadera en todo su rango (efecto devastador de las sillas) y en unos años ya te cuesta agacharte a recoger cualquier cosa del suelo… como te contábamos en esta otra entrada de nuestro blog, no es cosa de la edad.
¿Cuándo comprenderemos que es la incomodidad lo que estimula a la vida?.
Lo que nuestras “incómodas” sesiones de Pilates nos ayudan
Hay un dicho en el mundo del Pilates que dice que “si no te cuesta, es que no lo estás haciendo bien”. El Pilates focaliza gran parte de sus movimientos y ejercicios buscando la máxima amplitud articular de cada persona con el objetivo de alcanzar un movimiento completo y libre de dolor.
No será un proceso cómodo ni agradable, requerirá esfuerzo, concentración, disciplina y algo de tiempo… pero no habrá nadie que practique Pilates que después de unos meses no te diga que esa pequeña “incomodidad” le ha merecido, sin duda alguna, la pena…
Incomódate y evoluciona.