La primavera comienza el 21 de marzo, momento del equinoccio primaveral, cuando el día iguala a la noche. Precisamente por ello, durante los seis meses siguientes la luz del día será quien domine en nuestras vidas: los días se alargan, y con ello las horas de sol.
La luz es el “disparador” que señala la llegada de la primavera en nuestro cuerpo. La especie humana tiene un calendario biológico que va variando con las estaciones del año, el cual funciona con estímulos hormonales.
La explicación es pura química: la primavera favorece la liberación de hormonas tan conocidas como la oxitocina (hormona del amor), la dopamina (hormona del placer y la motivación), la serotonina (estado de ánimo), la noradrenalina (alivia el estrés) o las feromonas (las hormonas de la atracción) que influyen positivamente en el estado de ánimo y aumentan el interés por realizar actividades y por relacionarse con otras personas.
Los cambios nos afectan…
Aunque pueda parecer paradójico, esta mejoría meteorológica imprime una huella negativa en algunas personas, en las que provoca cansancio, tristeza y falta de energía: es la conocida como astenia primaveral, una adaptación del cuerpo a los cambios de temperatura y humedad. La causa puede ser nuestro reloj circadiano, que necesita un tiempo para adaptarse a los cambios de luz. Se trata de una situación leve, que dura solo un par de semanas.
Básicamente, en primavera, al producirse estos cambios hormonales, la persona, por regla general, tiende a sentirse más alegre y extrovertida, y sus relaciones pueden llegar a cambiar de manera positiva.
Aprovecha este estado positivo para realizar un cambio, a mejor, en tu vida. Comienza una alimentación saludable, huye de la vida sedentaria … y busca un deporte que te haga sentir activo, joven y, sobre todo feliz.
¡Nosotros te proponemos el Pilates para estrenar la primavera como se merece! Y, esperamos, que se convierta en uno de tus hábitos saludables para todas las estaciones.